"Estimado Hombre Rana, o debería llamarte Vincent:
Seguro que te preguntarás asombrado si es una broma de mal gusto o de un programa de esos de cámara oculta de la TV el sentirte honrado por ser escrito por mis dedos corellianos. Ni lo uno ni lo otro, Vincent. Si estás aquí, es porque tuviste lo que hay que tener, sin importarte el ridículo o la vergüenza. Tú no eras un raterillo de tres al cuarto, o un aspirante a bufón disfrazado de rana saltarina: eras inventor, y de los buenos. Tenías talento, tenías recursos... pero siempre eras rechazado, siempre te quedabas en ese momento que separa la mediocridad de la élite, la élite juguetera. Hastiado, decidiste hacerte valer, hacerte un nombre en un mundo criminal donde los disfraces aparecían como si nada, siendo dueños de algo o servidores de todo. Cogiste tu invento de muelles y lo adosaste a un disfraz de rana, algo lógico: Si vas a saltar en tu carrera, que el disfraz sea acorde.
Seguro que en los huecos más doloridos de tu mente recuerdas tu primer atraco, una joyería. Todo iba bien hasta que suena el sonido más horrible para un atracador: la alarma. Canto de sirena para el primer héroe disfrazado, un héroe que caminaba y vestía como el diablo. Lucháste como pudiste, pero no pudiste vencerle. A la primera. Todo un palo. Palo que tu esposa recibió como un jarro de agua fría, teniéndose que ocuparse de vuestro hijo, el pequeño Eugene. Te pillaron... pero no te cogerían vivo. Lograste escapar durante el juicio, pero el diablo estaba allí, siempre allí: cuando, fugado, te enfrentaste de nuevo a él con siendo uno de los EMISARIOS DEL MAL, ahí estaba. Él fue el primero de muchos, como los DEFENSORES, contra los que saliste muy mal parado... hasta que Hammer llamó a tu puerta. Pensaste que con Hammer tu talento científico reluciria, hasta que viste que solo eras uno más de su troupe de villanos con los que atacar a la empresa de aquel que tenía como guardaespaldas a uno de los héroes más poderosos de la tierra. Craso error: ese vengador os derrotó a todos, y como era de esperar, fuiste a prisión. En ella, recibiste el mayor varapalo que una mente como la tuya pudisese recibir, más dolorosa que las burlas que pudieses recibir: nunca un papel en un sobre pudo ser tan terrible. Tu esposa te escribía, diciéndote que tenía un mal, un cáncer de pecho. Tiempo después llegaría otra carta, otro mazazo en papel blanco que contaba la peor probabilidad de cura para ese mal: ella murió. Tu esposa murió, y con ella, tu relación con Eugene, que fue a vivr con tu hermana Rosemary.
Cumpliste condena y lo primero que querías hacer era ver a Eugene, a Rosemary, a ser un hombre ajeno a ranas saltarinas, sin saber que tenías a un admirador en tu propio hogar: Eugene. Él admiraba secretamente tu faceta como Hombre Rana, pero él quiere ser de los buenos, como SPIDER-MAN o alguno de los otros. Tú veías con malos ojos la senda de Eugene, querías evitarle el pesar y el ridículo que sufriste en tu carrera, pero el pasado te perseguía en el presente, soportando burlas y mofas en una tienda de coches usados, obligado a vestir con una careta de... rana. No duraste mucho, y para colmo, tuviste que volverte a ponerte el traje para salvar a tu hijo de una humillación terrible. Montaste una tienda de mercancía usada, pero te metiste en el pozo angustioso de la depresión. Depresión de la que te saco Eugene. Siempre Eugene: llegáste a abofetearle, delante incluso de uno de los 4F y del Trepamuros. Le dijiste que no volviese a vestirse de rana saltarina, pero él seguía y seguía, aunque eso te pusiese furioso. Sin embargo, aquello te hizo ver que si no podías con los buenos, únete a ellos: te infiltraste en una banda cuya lider parecia salida de los cuentos de ese pedófilo con ínfulas de escritor llamado Lewis Carroll, logrando detener a su líder, con la ayuda de Spidey... y de tu hijo. Hijo al que secuestraron y al que liberaste con la ayuda del lanzarredes.
Espero que allá donde estés, asesores bien a tu hijo, que como buen superhéroe que quiere llegar a ser, se ha registrado. Espero que le enseñes bien a dar los saltos necesarios para que su carrera sea exitosa... y no una repetición de la tuya. Sabes muy bien lo que ocurre cuando las cosas no salen como esperas, y eso es algo que no te perdonarías si le pasara a Eugene.
Con una rana Gustavo para regalarte,
Tío Han".
¡UN VILLANO DC, UN VILLANO DC, UN VILLA.... BLAM!
Seguro que en los huecos más doloridos de tu mente recuerdas tu primer atraco, una joyería. Todo iba bien hasta que suena el sonido más horrible para un atracador: la alarma. Canto de sirena para el primer héroe disfrazado, un héroe que caminaba y vestía como el diablo. Lucháste como pudiste, pero no pudiste vencerle. A la primera. Todo un palo. Palo que tu esposa recibió como un jarro de agua fría, teniéndose que ocuparse de vuestro hijo, el pequeño Eugene. Te pillaron... pero no te cogerían vivo. Lograste escapar durante el juicio, pero el diablo estaba allí, siempre allí: cuando, fugado, te enfrentaste de nuevo a él con siendo uno de los EMISARIOS DEL MAL, ahí estaba. Él fue el primero de muchos, como los DEFENSORES, contra los que saliste muy mal parado... hasta que Hammer llamó a tu puerta. Pensaste que con Hammer tu talento científico reluciria, hasta que viste que solo eras uno más de su troupe de villanos con los que atacar a la empresa de aquel que tenía como guardaespaldas a uno de los héroes más poderosos de la tierra. Craso error: ese vengador os derrotó a todos, y como era de esperar, fuiste a prisión. En ella, recibiste el mayor varapalo que una mente como la tuya pudisese recibir, más dolorosa que las burlas que pudieses recibir: nunca un papel en un sobre pudo ser tan terrible. Tu esposa te escribía, diciéndote que tenía un mal, un cáncer de pecho. Tiempo después llegaría otra carta, otro mazazo en papel blanco que contaba la peor probabilidad de cura para ese mal: ella murió. Tu esposa murió, y con ella, tu relación con Eugene, que fue a vivr con tu hermana Rosemary.
Cumpliste condena y lo primero que querías hacer era ver a Eugene, a Rosemary, a ser un hombre ajeno a ranas saltarinas, sin saber que tenías a un admirador en tu propio hogar: Eugene. Él admiraba secretamente tu faceta como Hombre Rana, pero él quiere ser de los buenos, como SPIDER-MAN o alguno de los otros. Tú veías con malos ojos la senda de Eugene, querías evitarle el pesar y el ridículo que sufriste en tu carrera, pero el pasado te perseguía en el presente, soportando burlas y mofas en una tienda de coches usados, obligado a vestir con una careta de... rana. No duraste mucho, y para colmo, tuviste que volverte a ponerte el traje para salvar a tu hijo de una humillación terrible. Montaste una tienda de mercancía usada, pero te metiste en el pozo angustioso de la depresión. Depresión de la que te saco Eugene. Siempre Eugene: llegáste a abofetearle, delante incluso de uno de los 4F y del Trepamuros. Le dijiste que no volviese a vestirse de rana saltarina, pero él seguía y seguía, aunque eso te pusiese furioso. Sin embargo, aquello te hizo ver que si no podías con los buenos, únete a ellos: te infiltraste en una banda cuya lider parecia salida de los cuentos de ese pedófilo con ínfulas de escritor llamado Lewis Carroll, logrando detener a su líder, con la ayuda de Spidey... y de tu hijo. Hijo al que secuestraron y al que liberaste con la ayuda del lanzarredes.
Espero que allá donde estés, asesores bien a tu hijo, que como buen superhéroe que quiere llegar a ser, se ha registrado. Espero que le enseñes bien a dar los saltos necesarios para que su carrera sea exitosa... y no una repetición de la tuya. Sabes muy bien lo que ocurre cuando las cosas no salen como esperas, y eso es algo que no te perdonarías si le pasara a Eugene.
Con una rana Gustavo para regalarte,
Tío Han".
LA PRÓXIMA SEMANA, DESEMPATANDO POR MIS COJONES...
DEATHSTROKE
¡UN VILLANO DC, UN VILLANO DC, UN VILLA.... BLAM!
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