
Y es que no podrían haberlo sacado en un momento más oportuno, justamente cuando el villano principal que tenemos aquí hace su segunda aparición en Uncanny X-men, de la mano de su creador gráfico Alan Davis.
Debe sonar a sueño, utopía y demás, imaginarse a uno de los mejores dibujantes del medio junto a uno de los mejores guionistas que han existido nunca en el panorama comiquero. Para colmo, ambos en Marvel. Sin embargo, no hay que descorchar el champán tan rápido, que este es uno de los primeros trabajos de ambos artistas, aun sin haber desarrollado sus mayores virtudes hasta los límites en los que se consagran. Aunque... cabría decir que precisamente por esta razón, hay un dinamismo y unas ganas en estas páginas, propias de gente que se divierte, propias de esforzarse por entretener, de ofrecer algo, de superarse a sí mismos. Quizá por todo esto puede que estemos ante ese tomo que dan ganas de releer una y otra, y otra, y otra vez, solo porque es terriblemente adictivo y entretenido. ¿Y esa no es la mejor de las virtudes que pueda tener un cómic? Ya lo creo.

Alan Moore empieza su recorrido dentro de la colección de un modo ingenioso, puede que las primeras viñetas e historias puedan resultar un tanto confusas y tediosas, por la molesta sensación de perderse algo, pero el guionista tendrá la suficiente destreza de explicar qué ha pasado hasta el momento en tres viñetas y conduce la historia por donde quiere, por donde acaba llevándola, por un camino plagado de amenazas aparentemente invencibles, momentos inquietantes más allá de la vida y la muerte, dioses, alienígenas que se creen ídem, un superhéroe que parece vencido, un mundo al borde del holocausto más absoluto, el futuro abierto y anunciando un desastre que ya se produjo en otra dimensión, que amenaza a repetirse en nuestro mundo. Sencillamente genial, cuando arranca es que es imposible despegarse del libro y quien avisa no es traidor.

Aparte, los personajes están muy bien tratados, desde ese Capitán Britania que parece inflexible, que es un héroe a la vieja usanza pero con defectos propios de cualquier persona. Los secundarios, el mundo en el que se mueve, no tiene límites. Desde el equipo proveniente de otra dimensión para defender a la MUY ambigua Saturnina (Wardog y sus secuaces) hasta su hermana Betsy (vieja conocida de los mutantes, la difunta Mariposa Mental) y los componentes del equipo psíquico de la versión SHIELD inglesa: S.T.R.I.K.E.
Los villanos tampoco desmerecen en absoluto y destaca la Furia, una extraña masa imparable que poco tiene que ver con la versión mostrada por Claremont en Uncanny X-men, este año en el Reload.
Es curioso ver como algunos de los elementos mostrados en las mejores obras de Moore podemos verlos en este tomo, cosas tan llamativas como el campo de concentración para superhéroes, con esos carteles que recuerdan terriblemente a V de Vendetta. Detalles como la orden de detención y clausura de superhéroes, hace que Watchmen te venga a la memoria. Cierta resurrección del protagonista, el modo en que Merlín lo rehace psicológicamente, en algunos casos es parecido a lo que podemos ver en algún tomo de Swamp Thing, del mismo guionista. Es como si aquí diera muestras de sus ideas, todavía sin desarrollar del todo, pero ahí están, esperando a ser retomadas y desarrolladas.

En definitiva, estamos ante un gran tomo, un gran cómic. No es lo mejor de ambos autores pero está a años luz de muchísimas de las obras que nos ofrecen actualmente. Y es que cuando los que crean una obra se divierten haciéndolo, los resultados se hacen notar, invita a la relectura y es agradable de leer, por no decir que es uno de los mejores y más imaginativos cómics de superhéroes que se puedan encontrar. Imprescindible. 10/10.
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