"Único y coronado como Monarca Absoluto de Latveria:
No sé si en tu trono leerás las misivas que te lleguen, si es que te llegan, o las verás directamente por tus electrónicos visores de esa armadura en la que decidiste encerrarte desde aquello. Ha pasado mucho tiempo desde entónces, tal vez demasiado, pero es tu imagen, es tu símbolo de poder, de terror para aquél que ose desafiarte, para aquél que se atreva a quitarte lo que conseguiste. Quíen iba a decir que el humilde hijo de unos gitanos se convertiría en el más popular de su pueblo, por no decir... rey. Tu madre hubiera estado orgullosa de vivir contigo, a tu lado, pero murió mucho antes de enseñarte la magia, la hechiceria que aprendías mientras devorabas con avidez lectora todo libro sobre conocimientos que encontrases. Eras una esponja de conocimientos, conocimientos que te sirvieron no sólo para ir al territorio americano, sino para afrontar una busqueda, una busqueda que daría con tu madre... y con tu destino. Un destino que hubieras querido no saber, pero que supiste, del mismo que con el tiempo, te daría tu creación más perfecta: la plataforma temporal. No olvidarás su nombre mientras vivas, el nombre de... MEFISTO. Fuiste a America, a una de sus universidades. Creiste ser el único, el imbatible, el genio absoluto... hasta que le viste, hasta que comprobaste cómo rivalizaba en intelécto. No se te olvidará su nombre por jamás de los jamases, no se puede olvidar al culpable de tu fracaso, del causante de tu condena visible, no olvidarás jamás a... Reed Richards. Lo tenías todo previsto, tus fórmulas y tus hechizos excelentemente combinados, sin saber que cambió tu fórmula, la"corrigió", como él insistirá siempre que se le pregunte. Ese fracaso te provocó no solo escarnio o vergüerza, sino también una faz desfigurada, una muestra de cómo el fracaso queda visible. Fuiste a las montañas, aprendiste cosas útiles para el futuro, y elegiste vengarte, vengarte del país que se rió de tí, de Víctor Von Muerte nada menos. Te regocijaste cuando supiste de Richards y su accidente, pero viste que tuvieron demasiada fortuna, ganando poderes que no considerabas dignos de ellos. Decidiste atacarles de muchas formas, desde las más burdas, hasta las más siniestras. Incluso usaste una técnica de intercambiar mentes, llegando a meterte en el cuerpo de un hombre sin miedo cuya justícia, como comprobaste... era ciega. Con el tiempo, quisiste aquello para lo que creías estar preparado, quisiste... poder: Desde aquél del que supiste que era heraldo de Galactus, hasta el del hijo de tu rival, el causante de tu dominio temporal, un dominio creado para protegeros a tí y a todos los que os enfrentásteis a aquella abominación nacida por la maldad corruptora del amo del magnetismo, alcanzando a la bondad de una de las mejores personas que tus afines, rechazados por ser diferentes al resto, como a tí por ser de etnia gitana, respetaban y veneraban como mentor, esa abominación a la que quisiste su poder desde su mismo nacimiento, aquella criatura llamada ONSLAUGHT.
Sin embargo, tuviste tus momentos de gloria, como ayudando en el parto de la mujer de Richards, para que diera a luz a tu ahijada, Valeria, o cuando recuperaste tu armadura, armadura tecnomágica que un celestial durmiente, enojado, decidiera que Richards, y no tú la llevase, provocándote no más de un suplício. No era la primera vez que no tenías tu armadura, ya que fuiste prisionero de alguien llamado HIPERTORMENTA, librándote de tu prisión nada menos de quien consideráste... tu sucesor. La paternidad primeriza de Richards inspiró uno de tus más temibles y macabros planes que te recuerde: acogiste al jóven huérfano Kristoff Vernard en un gesto que creyeron piadoso, pero que sólo tú sabías para que era, para dotarle de todos tus recuerdos a través de una máquina, la misma que usaste para meter parte de tus recuerdos y pautas de comportamiento a tus marionetas, a tus muertebots, simulacros que gobernaban tu Latveria mientras luchabas o viajabas a través del tiempo y el espacio, robots que llegaste a enviar al espacio para absorber poder cósmico. Creíste que tus recuerdos podrían con su mente debil, que rejuvenecerías en otro cuerpo, más jóven, más deseoso de mejorar, y lo mejor de todo: sin feas cicatrices. Craso error: Kristoff llegó a creer ser tú, si, pero supo saber quien era, gracias a tu rival.
Sin embargo, tuviste tus momentos de gloria, como ayudando en el parto de la mujer de Richards, para que diera a luz a tu ahijada, Valeria, o cuando recuperaste tu armadura, armadura tecnomágica que un celestial durmiente, enojado, decidiera que Richards, y no tú la llevase, provocándote no más de un suplício. No era la primera vez que no tenías tu armadura, ya que fuiste prisionero de alguien llamado HIPERTORMENTA, librándote de tu prisión nada menos de quien consideráste... tu sucesor. La paternidad primeriza de Richards inspiró uno de tus más temibles y macabros planes que te recuerde: acogiste al jóven huérfano Kristoff Vernard en un gesto que creyeron piadoso, pero que sólo tú sabías para que era, para dotarle de todos tus recuerdos a través de una máquina, la misma que usaste para meter parte de tus recuerdos y pautas de comportamiento a tus marionetas, a tus muertebots, simulacros que gobernaban tu Latveria mientras luchabas o viajabas a través del tiempo y el espacio, robots que llegaste a enviar al espacio para absorber poder cósmico. Creíste que tus recuerdos podrían con su mente debil, que rejuvenecerías en otro cuerpo, más jóven, más deseoso de mejorar, y lo mejor de todo: sin feas cicatrices. Craso error: Kristoff llegó a creer ser tú, si, pero supo saber quien era, gracias a tu rival.
De todas maneras, viste que en el fondo, tú y Richards sois lo mismo: dos caras de una moneda que no puede quedar de canto siempre que os enfrentéis. Llegará el día en que os enfrentaréis... y uno de los dos caerá. Será un duelo de inteligencia, un duelo entre pensamientos y lógicas diferentes, pero colosales a nivel intelectual. Quien sabe, Víctor, tal vez seas el salvador de un país donde las libertades son aparentes, un país donde sus héroes son registrados, casi como cuando tú sometías a toda clase de pruebas a tus superheróicos"invitados", para saberlo todo de ellos, salvo su identidad secreta, las cuales no son un reto para tu intelécto. No importa las veces que viajes al pasado, regresar al presente... sabes que por tu madre tienes un futuro de esplendor, un esplendor que nunca creiste que se pudiese comprar a tan terrible precio.
Con una de las mejores copas de vino esperándote,
Tío Han".
LA PRÓXIMA SEMANA....
MAGNETO
UN VILLANO... CON MUCHO IMÁN PARA LAS DESGRACIAS.
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