EL REINO DE LOS CIELOS, la última película de Ridley Scott, es un tostón de película, cosa que no me esperaba. Si, habéis leído bien, un tostón. ¿Qué porqué? Me explico.
La película cuenta la historia del personaje encarnado por Orlando Bloom, Balian, quien empieza la película como herrero de un pueblo para acabar protagonizando la toma de Jerusalén durante las Cruzadas. En el camino se cruza con varios personajes con los que entablará todo tipo de relaciones.
El problema está, en primer lugar, en el protagonista. Orlando Bloom es un actor al que nunca te crees en su personaje, viniéndote a la cabeza en todo momento Russell Crowe, protagonista de GLADIATOR, la anterior película épica de Scott, que en aquel film si interpretaba con mayor convicción al protagonista. Luego tenemos la historia, que no es mala, pero que en ningún momento toma partido por ningún personaje (es decir, que no hay ni un héroe ni un malvado claro) sino un montón de personajes que defienden su causa sólo porque eso es lo que les toca, sea la misma mejor o peor. Eso provoca que el público no tenga un personaje con el que sentirse hermanado, ni un bando con el que sentirse coaligado, lo que ya empieza a provocar un desinterés por la historia que nos narra la película.
Esa sensación de que la película no toma partido en ningún momento por ningún personaje, y el hecho de que el actor más protagonista, Orlando Bloom, deje que desear en su actuación (es claramente superado cuando comparte pantalla con pesos pesados como Liam Neeson y, sobretodo, Jeremy Irons) no sería óbice para suspender al film, pero es que finalmente las escenas de acción de la película, aunque muy bien rodadas, causan más aburrimiento que interés, debido a que las luchas cuerpo a cuerpo están rodadas con un estilo acelerado y hasta cierto punto videoclipero, mientras que la toma de Jerusalén del final de la película me recordó poderosamente a la batalla que tiene lugar en EL SEÑOR DE LOS ANILLOS: LAS DOS TORRES. Y es que los films de Jackson han provocado una vertiente de cine con batallas épicas, de las cuales la que se sucede en EL REINO DE LOS CIELOS es sólo una muestra más. Y la verdad, como todas se parecen tanto, ya da igual que sean orcos, trolls, cristianos, romanos, troyanos o marionetas porque la sensación de estar viendo lo mismo una y otra vez es la misma.
A favor del film diré, pese a todo, que tiene unos decorados y vestuario excelentes (algo, de todas maneras, lógico en films de este estilo) y entre los secundarios encuentras interpretaciones realmente prodigiosas como la de Jeremy Irons (hacía mucho tiempo que no lo veía tan bien como en este film) o Ghassan Massoud (quien interpreta a Saladino con una majestuosidad sorprendente).
CALIFICACIÓN: ** (regular) 4/10
LO MEJOR: La ambientación de la película y algunos secundarios como Jeremy Irons.
LO PEOR: La indefinición de la historia me aburrió muchísimo. Y el protagonista, Orlando Bloom, tampoco es que ayude a que te interese más la cosa. Además, la toma de Jerusalén tampoco se salva, ya que parece hecha la escena con lo que sobró de los films de Jackson sobre EL SEÑOR DE LOS ANILLOS.
La película cuenta la historia del personaje encarnado por Orlando Bloom, Balian, quien empieza la película como herrero de un pueblo para acabar protagonizando la toma de Jerusalén durante las Cruzadas. En el camino se cruza con varios personajes con los que entablará todo tipo de relaciones.
El problema está, en primer lugar, en el protagonista. Orlando Bloom es un actor al que nunca te crees en su personaje, viniéndote a la cabeza en todo momento Russell Crowe, protagonista de GLADIATOR, la anterior película épica de Scott, que en aquel film si interpretaba con mayor convicción al protagonista. Luego tenemos la historia, que no es mala, pero que en ningún momento toma partido por ningún personaje (es decir, que no hay ni un héroe ni un malvado claro) sino un montón de personajes que defienden su causa sólo porque eso es lo que les toca, sea la misma mejor o peor. Eso provoca que el público no tenga un personaje con el que sentirse hermanado, ni un bando con el que sentirse coaligado, lo que ya empieza a provocar un desinterés por la historia que nos narra la película.
Esa sensación de que la película no toma partido en ningún momento por ningún personaje, y el hecho de que el actor más protagonista, Orlando Bloom, deje que desear en su actuación (es claramente superado cuando comparte pantalla con pesos pesados como Liam Neeson y, sobretodo, Jeremy Irons) no sería óbice para suspender al film, pero es que finalmente las escenas de acción de la película, aunque muy bien rodadas, causan más aburrimiento que interés, debido a que las luchas cuerpo a cuerpo están rodadas con un estilo acelerado y hasta cierto punto videoclipero, mientras que la toma de Jerusalén del final de la película me recordó poderosamente a la batalla que tiene lugar en EL SEÑOR DE LOS ANILLOS: LAS DOS TORRES. Y es que los films de Jackson han provocado una vertiente de cine con batallas épicas, de las cuales la que se sucede en EL REINO DE LOS CIELOS es sólo una muestra más. Y la verdad, como todas se parecen tanto, ya da igual que sean orcos, trolls, cristianos, romanos, troyanos o marionetas porque la sensación de estar viendo lo mismo una y otra vez es la misma.
A favor del film diré, pese a todo, que tiene unos decorados y vestuario excelentes (algo, de todas maneras, lógico en films de este estilo) y entre los secundarios encuentras interpretaciones realmente prodigiosas como la de Jeremy Irons (hacía mucho tiempo que no lo veía tan bien como en este film) o Ghassan Massoud (quien interpreta a Saladino con una majestuosidad sorprendente).
CALIFICACIÓN: ** (regular) 4/10
LO MEJOR: La ambientación de la película y algunos secundarios como Jeremy Irons.
LO PEOR: La indefinición de la historia me aburrió muchísimo. Y el protagonista, Orlando Bloom, tampoco es que ayude a que te interese más la cosa. Además, la toma de Jerusalén tampoco se salva, ya que parece hecha la escena con lo que sobró de los films de Jackson sobre EL SEÑOR DE LOS ANILLOS.
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